Hacete Cargo

16 May 2025

¿Hasta cuándo vas a seguir creyendo que esto no es contigo?

No eres apolítico. No existe tal cosa. Esa comodidad de decir «yo no me meto en política» es parte del problema. Porque, aunque no te metas, la política se mete contigo. Te atraviesa cuando pagas la luz, cuando haces fila en el hospital, cuando buscas trabajo, cuando tu hijo no tiene profe, cuando la feria está más cara, cuando un matinal decide por ti qué está bien y qué está mal.

Somos seres políticos. Por definición. Por existencia. Por historia.

Pero claro, es más cómodo mirar desde la esquina. Opinar desde el sillón. Criticar desde el anonimato. Dejar que otros se enfrenten mientras tú haces scroll. Es más fácil no incomodar a tu comunidad, no debatir en tu pega, no pelear por un derecho en tu barrio, no quedar como el pesado en el grupo de apoderados.

¿Sabes qué es eso? Miedo. Es el miedo disfrazado de indiferencia. Y en Chile, ese miedo nos lo heredo la dictadura. Nos enseñaron a callar, a no meterse, a creer que el cambio lo hacen los que gritan más fuerte o los que tienen cargo. Y nos quedamos ahí. Pegados. Con el trauma como herencia y la comodidad como excusa.

En los noventa hubo una oportunidad. Pero se optó por la estabilidad, por el crecimiento económico, por el modelo. Y eso nos dio casas, autopistas, TV cable. Pero no nos devolvió el alma colectiva. No reconstruyó la confianza. No nos devolvió el sentido de comunidad.

Y lo peor. Se instaló el privilegio. Se consolidó una élite nueva que dijo «esto no se toca». Se perdió el romanticismo de la democracia, y se ganó la administración de lo posible. Y así, nos fuimos convirtiendo en espectadores, no en protagonistas.

Pero la política no está solo en los partidos. La política real vive en tu barrio. En tu club deportivo. En tu sindicato. En la junta de vecinos. En la asamblea del colegio. En el grupo de WhatsApp. Vive en la forma en que organizas lo común. En cómo votas. En cómo decides. En cómo opinas. En cómo actúas.

Y sí, tú también eres parte del problema. Porque te sentaste a esperar que otros hicieran lo que tú no quisiste hacer. Porque preferiste la crítica vacía antes que el compromiso incómodo. Porque votaste sin pensar, o simplemente no votaste. Porque dejaste de creer, pero también dejaste de actuar.

No se trata de izquierda o de derecha. Se trata de conciencia. De asumir que cada gesto importa. Que cada silencio es una decisión. Que cada omisión construye este país tanto como cada voto.

Así que basta de mirar desde la puerta.

HACETE CARGO.