Cerebros por GPUs. El trabajo que ya no es tuyo

16 Jun 2025

Esto no es un pronóstico. Es una cuenta regresiva…

Con esa frase, Darío Amodei, CEO de Anthropic, sacudió el debate global sobre inteligencia artificial. No fue un gurú en modo TED. Fue una advertencia con nombre y apellido. Los empleos de entrada, esos que durante décadas marcaron el inicio del camino laboral para millones, están desapareciendo. Y lo están haciendo con una velocidad que ni la política, ni la economía, ni la educación parecen querer enfrentar.

La entrevista en Axios —bautizada por algunos como “la entrevista del pánico”— no habla de ciencia ficción. Habla de una crisis real. Una crisis con rostro joven. Porque la IA no reemplaza parejo. No golpea al final de la fila. Lo hace al comienzo.

El principio del fin

Durante años, entrar a trabajar en un cargo junior era casi un rito. Uno llegaba sabiendo poco, aprendía en el camino, equivocándose, mirando al que sabía más. Era imperfecto, pero humano.

Ese proceso hoy se está evaporando. No porque los jóvenes no quieran trabajar. Sino porque ya no hay dónde empezar.
Aneesh Raman, vicepresidente de LinkedIn, lo dijo sin anestesia:

“La IA está quebrando los peldaños más bajos de la escalera profesional.”

¿Y qué pasa cuando se rompe el primer peldaño?
Simple. No hay ascenso. No hay narrativa. No hay proyecto de vida.

Cerebros por tarjetas gráficas.

Puede sonar duro. Pero así es.

Donde antes había 20 practicantes legales, hoy hay un modelo como Claude 4 conectado a las bases internas de un estudio jurídico, redactando, resumiendo, proponiendo. Con precisión. Con velocidad. Sin errores humanos.

¿El resultado?. Nadie entra. Nadie aprende. Nadie se equivoca para mejorar. Porque ya no hay espacio para empezar.

Klarna despidió 700 agentes de atención al cliente en 2024. Meta está reduciendo sus equipos junior de desarrollo. En varios estudios de Nueva York, las tareas que antes hacían recién graduados ahora las ejecuta GPT-4 ajustado al derecho corporativo. Y lo hace bien. Impecable.
Pero el costo es invisible. Una generación que no alcanza a arrancar.

Una revolución sin transición

Sí, la tecnología siempre ha desplazado trabajo. Pero esto es distinto. No por la tecnología. Por el ritmo.
Antes, las transformaciones tomaban décadas. Hoy, trimestres. Antes había tiempo para adaptarse. Hoy, cuando logras aprender el nuevo lenguaje, ya cambió el alfabeto. Y el golpe no va sobre lo manual. Va sobre lo cognitivo. Lo simbólico. Lo humano.

Nos dijeron que el futuro estaba en ser “trabajadores del conocimiento”. Y ahora, ese conocimiento lo procesan mejor las máquinas. Por eso Amodei es tan claro:

“No se trata de frenar el tren. Se trata de mover la vía… antes de que sea demasiado tarde.”

Un sistema político dormido

¿Y la política? ¿Dónde están los ministros del trabajo? ¿Dónde están los partidos que dicen representar a los jóvenes? ¿Dónde están las políticas públicas que preparen esta transición?

Amodei no solo encendió la alarma. Propuso ideas concretas:

  • Una tasa por token para las empresas que usen IA rentable.
  • Formación masiva financiada por el sector privado.
  • Un índice de impacto que mida la automatización sector por sector.

Ideas audaces. Necesarias. Pero, hasta ahora, sin gran discusión. Como si esto fuera un episodio más de la historia del trabajo. No lo es. Es un punto de quiebre.

Carta a quienes recién empiezan

Si tienes 22, 25 o 27 años. Si estás buscando tu primer trabajo o acabas de salir de la universidad…
Quiero hablarte a ti.
No es tu culpa. No es que no te hayas esforzado lo suficiente.
Es que el tablero esta cambiando. Y nadie te lo ha dicho. Con claridad. Directo.
Pero también quiero decirte algo importante. Tu valor no está en competir con una máquina.
Tu valor está en ser humano.
Aprende a usar la IA. Entiéndela. Dominála.
Pero sobre todo, busca esos espacios donde tu sensibilidad, tu ética, tu intuición, valen más que un modelo predictivo.
Ahí está tu diferencia. Ahí está tu fuerza.
Y quizás, tu esperanza.

 

Este artículo no busca ser equilibrado. Busca ser urgente. Porque estamos al borde de un cambio que, si no se enfrenta con inteligencia y coraje, puede dejar a millones fuera del juego. Y cuando eso pase, no sólo perderemos trabajos. Perderemos futuro. Y con él, perderemos también la democracia.